Historias de aprendizaje y esperanza

Celebrar el poder de la diversidad - Mariia Elsayed

Nour Ramadan y los demás oradores en el Centro Ismailí

Mariia Elsayed, antigua facilitadora profesional del ISSofBC, habló en el Ismaili Centre de Vancouver sobre sus experiencias desde que abandonó su hogar en Ucrania debido a la guerra, y sobre lo que le ha dado fuerzas para afrontar nuevos retos en Canadá.

Como se puede ver en su historia, Mariia llegó a Canadá con muy poco, pero gracias a su determinación, el apoyo de la comunidad y su espíritu compasivo, no sólo ha construido una vida en BC, sino que ha prosperado en su nueva comunidad. Esperamos que disfrute leyendo su inspiradora historia:


Me llamo Mariia y soy originaria de Ucrania. Cuando llegué por primera vez a Canadá, estaba llena de una mezcla de emoción y temor. Dejaba atrás mi casa, mi familia, mis amigos y un trabajo que me encantaba y me adentraba en lo desconocido.

Los retos que me esperaban eran muchos: encontrar una vivienda adecuada, buscar trabajo, conseguir una guardería y un colegio fiables para mis hijos y la desalentadora tarea de empezar de nuevo en un país extranjero.

Volver a empezar

Vine a Canadá con mi marido, mis hijos y 300 dólares en el bolsillo. Dejamos atrás nuestra casa y dos negocios de éxito.

Mi marido y yo elegimos Canadá como lugar seguro para nuestra familia. No teníamos amigos ni parientes en Canadá, pero estaremos eternamente agradecidos a la familia que nos acogió poco después de llegar a Canadá.

Uno de los aspectos más difíciles de nuestro viaje de asentamiento fue la lucha inicial por encontrar una vivienda estable. En un país nuevo, con procedimientos desconocidos y recursos limitados, el mercado de la vivienda parecía un laberinto. 

Gracias a la perseverancia y a la ayuda de la comunidad, acabamos encontrando un hogar para mi familia. Conocí a una familia increíble a través de un grupo comunitario que generosamente nos ofreció alojamiento con descuento durante los primeros meses tras nuestra llegada, y así fue como encontramos nuestro primer hogar. Nos apoyaron con amor, cuidados, comida casera especial, comestibles y material escolar.

También recibimos donativos de gente corriente, como comida, víveres, ropa, muebles y muchas cosas más. Conseguimos todo lo que necesitábamos para nuestra familia; ¡fueron tantas cosas que empecé a compartirlas con otras familias ucranianas!

La búsqueda de empleo fue otro de los obstáculos a los que me enfrenté.

A pesar de mis cualificaciones y experiencia, me encontré con barreras debidas al dominio del idioma y a las diferencias en las certificaciones profesionales. Pero aquí es donde entra en juego la belleza de la diversidad. La comunidad canadiense, famosa por su integración y apoyo, me tendió una mano. Las organizaciones ofrecieron clases de idiomas, ferias de empleo y programas de tutoría que no sólo mejoraron mis conocimientos, sino que también aumentaron mi confianza.

Estar lejos de mi familia y mis amigos fue lo más duro, pero la comunidad en la que vivíamos se convirtió en nuestra familia extendida, proporcionándonos una guía inestimable, amistad y un sentimiento de pertenencia.

Retribuir a pesar de los retos

Quiero destacar que mi viaje personal me ha inspirado para devolver a otros que se enfrentan a retos similares. Como voluntaria, dediqué mi tiempo a ayudar a otros ucranianos con su empleo, sus currículos y su búsqueda de trabajo. Fue una experiencia muy gratificante ser testigo de su transformación y ver brillar sus capacidades y su potencial a medida que recuperaban la confianza en sí mismos.

En el proceso, me di cuenta de que había descubierto mi verdadera vocación: un trabajo que encajaba perfectamente con mis habilidades, experiencia y fuerte deseo de ayudar a otros a superar sus propios retos. Tuve la suerte de encontrar un empleo como facilitadora profesional en ISSofBC, lo que me permitió seguir ayudando a personas que, como yo, llegaron a Canadá como personas capacitadas y motivadas, pero con la carga emocional de un país desgarrado por la guerra.

Reflexionando sobre su viaje

A pesar de estas dificultades, ha habido partes gratificantes de mi viaje de asentamiento, sobre todo, las conexiones que formé y la resistencia que gané. En Canadá se celebra la diversidad, y fue en este crisol de culturas donde descubrí una gran riqueza de perspectivas y experiencias. Estas interacciones enriquecieron mi vida, ampliaron mis horizontes y me permitieron crecer como persona. La calidez y el carácter integrador de la comunidad canadiense transformaron la sensación de ser un extraño en un país extranjero en la de formar parte de un tapiz diverso que hace que esta nación sea tan vibrante.

Mientras reflexiono sobre mi viaje, hay algo que quiero que se lleven de mi historia: la enorme fuerza que reside en la diversidad. Aceptando nuestras diferencias, manteniéndonos unidos y apoyándonos unos a otros fomentamos la resiliencia y creamos comunidades armoniosas.

La guerra en mi patria ha dejado a muchos ucranianos rotos por dentro, pero es a través de la fuerza colectiva y la resistencia como nos levantamos por encima de la adversidad. Mi propio viaje es un testimonio de que, aunque nos enfrentemos a batallas diferentes, estamos unidos en la búsqueda de una vida mejor para nosotros y nuestras familias.

A todos los inmigrantes que han emprendido este camino, quiero recordarles que no están solos. Canadá y su compasiva comunidad están aquí para acogerles, apoyarles y ayudarles a reconstruir sus vidas. Aprovechad las oportunidades que surjan, buscad ayuda cuando la necesitéis y no perdáis nunca de vista vuestra fuerza interior.

El poder de la diversidad

Mi viaje a Canadá no estuvo exento de desafíos, pero las recompensas y el apoyo que recibí superaron con creces las dificultades. Gracias a la amabilidad de desconocidos, el apoyo de organizaciones comunitarias y la naturaleza acogedora de esta gran nación, encontré mi lugar en Canadá, un lugar donde se valora la diversidad y se fomenta la resiliencia.

Sigamos celebrando nuestras diferencias, tendiendo una mano amiga y forjando conexiones que trasciendan las fronteras. Juntos podemos construir un futuro en el que la diversidad no solo se tolere, sino que se celebre como la esencia misma de nuestra humanidad compartida.

Gracias y que el espíritu de diversidad y resistencia nos guíe a todos.


Poco después de presentar su historia en el Centro Ismailí, Mariia inició una nueva etapa en su viaje de asentamiento, al empezar un nuevo trabajo como promotora profesional en WorkBC, en New Westminster.

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